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Juan Marinello y su hermenéutica discursiva martiana (página 2)



Partes: 1, 2

Por supuesto, existe un círculo
hermenéutico[51]insoslayable, es decir,
todo un aval cultural que precede a la aprehensión
hermenéutica, a la interpretación textual, a la
comprensión del texto, expresado en saberes previos, que
en gran medida, como preconceptos, pre-juicios,
(precomprensión), etc., integran la tradición.
Tradición que afirma, se supera, y condiciona un discurso
analógico en sus varias determinaciones y
mediaciones[52]que sin inmovilizarlo en su obrar
creativo, evita caer en los brazos del relativismo
subjetivista.

Esto lo desentraña y revela la
hermenéutica de Marinello en Martí. Por eso puede
seguir el método martiano por analogía y
diferencias al mismo tiempo, sin mengua de su grandeza, y
penetrar en las sutilezas de la selva del Maestro. Sencillamente,
como martiano y marxista sabe seguir la lógica particular
del objeto especial, sin obviar la complejidad, las diferencias
específicas y la pluralidad discursiva. Por eso, hizo
mucho, dijo más…, y seguirá
diciendo…

En los momentos actuales, cuando algunas corrientes de
pensamiento intentan "hermeneutizar" la aprehensión de la
realidad, mediante un equivocismo absoluto, conducente al
relativismo subjetivista, la hermenéutica analógica
icónica que no olvida los referentes reales y el sentido
histórico – cultural de toda interpretación,
resulta necesaria e imprescindible. Por eso, la
hermenéutica marinelliana discursiva martiana es un
ejemplo paradigmático que abre caminos y señala
horizontes.

Del mismo modo, ante las posiciones contrarias al
equivocismo absoluto, es decir, al univocismo objetivista,
también la hermenéutica del martiano mayor
constituye un baluarte inexpugnable. Su acción
interpretativa es la antítesis de ambas visiones
reduccionistas, porque se afinca creadoramente en la idea alada
martiana, hecha cultura en él, de que "la vida humana es
la mutua e indeclinable relación de lo objetivo y lo
subjetivo"[53], y la interpretación, por la
propia analogía que debe mantener con la realidad que
interpreta, constituye una metáfora de la vida, en su
más amplia extensión
connotativa[54]

Estamos en presencia de una rica hermenéutica
analógica icónica marinelliana, capaz de revelar la
esencia del discurso martiano con la mayor objetividad posible.
Una hermenéutica incluyente, donde los momentos
conceptuales y los metafóricos "juegan" en una
dialéctica interpretativa amplia, compleja y
plural.

 

 

Autor:

Dr. Sc. Rigoberto Pupo
Pupo.

 

[1] Marinello, J. J. Martí, escritor
americano. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1962, pp.
326-327.

[2] En el acto hermenéutico hay un
texto, un autor y un intérprete. El texto puede ser de
varias clases: escrito, hablado y actuado (o plasmado en otros
materiales, y aun se ha tomado como texto el puramente
pensado). Precisamente la sutileza interpretativa o
hermenéutica consiste en captar la intencionalidad
significativa del autor, a pesar de la injerencia de la
intencionalidad del intérprete. El intérprete
pone en juego un proceso que comienza con la pregunta
interpretativa frente al texto; sigue con el juicio
interpretativo del intérprete, juicio que suele ser
primero hipotético y luego categórico; y se pasa
de hipotético a categórico mediante una
argumentación que sigue una inferencia
hipotético-deductiva, o retroductiva, o abductiva. En
todo caso, la argumentación interpretativa sirve para
convencer a los otros miembros de la comunidad o
tradición hermenéutica acerca de la
interpretación que se ha hecho. Beuchot, M.. Perfiles de
la hermenéutica. En del propio autor “Tratado de
hermenéutica analógica UNAM, México, 1997,
p. 16

[3] “Debido a la crisis de fundamentos
que se alega en la filosofía reciente, se ha pensado que
la hermenéutica no puede tener fundamentación en
la ontología. O se le da sólo una
fundamentación ontológica muy débil, por
considerar que la ontología ha sido afectada por el
sesgo hermenéutico que ha tenido en la actualidad. Esto
se ve en la ontología hermenéutica que plantea
Gadamer, y en la ontología débil que para ella
propone Vattimo. En todo caso, es un proceso de
desontologización de la hermenéutica. Ciertamente
la hermeneutización de la ontología ha sido muy
benéfica para esta última, pues le ha restado
pretensiones; pero ello no autoriza para llegar a la
desontologización de la hermenéutica misma. Por
eso se impone una reontologización de la
hermenéutica” (ibídem, p. 1)

[4] “Y es que, en definitiva, se abre
la puerta a un pensar analógico, a una racionalidad
analógica (y no sólo a una hermenéutica
analógica), que no caiga en la prepotencia de la
univocidad, del univocismo, ni en el relativismo de la
equivocidad, del equivocismo. Es una racionalidad abierta y a
la vez rigurosa, que no se cierra en el único enfoque y
en la única verdad, de modo reduccionista; pero tampoco
se abre indefinidamente a cualquier enfoque y las demasiadas
verdades, sino que reconoce un límite para las verdades
y los enfoques, de modo que, pasando ese límite, se da
lo falso y lo erróneo. Pero ya se ha dado cabida al
pluralismo, a un pluralismo dialogante, pues la analogía
hay que establecerla mediante el diálogo, en el
diálogo de los que están en el camino de su
búsqueda”. ( Ibídem, p. 17)

[5] Marinello, cuando trabaja la
“selva” martiana no pierde el sentido
histórico – cultural del texto y el contexto en
que se despliega el discurso del Maestro. Por eso garantiza la
analogía del decir, con la realidad dicha.

[6] Ibídem, p. 16

[7] “Cuando un alma sensible y culta
recuerda sus esfuerzos por trazar, según su propio
destino intelectual, las grandes líneas de la
Razón, cuando estudia por medio de la historia de su
propia cultura se da cuenta de que en la base de sus
certidumbres íntimas queda aún el recuerdo de una
ignorancia esencial. En el reino del conocimiento mismo hay
así una falta original, la de tener un origen; la de
perderse la gloria de ser intemporal; la de no despertar siendo
uno mismo para permanecer como uno mismo, sino esperar del
mundo oscuro la lección de la luz” (Bachelard,
Gastón. La intuición del instante. Fondo de
Cultura Económica, México, 2000, p. 7).

[8] Gadamer, G. Verdad y método,
Sígueme, Salamanca 1977, p.567-568.

[9] Ibídem, p.531.

[10] Ibídem, p. 344.

[11] “Este es el punto del que parte el
problema hermenéutico. Por eso habíamos examinado
la depreciación del concepto de prejuicio en la
Ilustración. Lo que bajo la idea de una
autoconstrucción absoluta de la razón se presenta
como un prejuicio limitador forma parte en verdad de la
realidad histórica misma. Si se quiere hacer justicia al
modo de ser finito e histórico del hombre es necesario
llevar a cabo una drástica rehabilitación del
concepto del prejuicio y reconocer que existen prejuicios
legítimos. Con ello se vuelve formulable la pregunta
central de una hermenéutica que quiera ser
verdaderamente histórica, su problema
epistemológico clave: ¿en qué puede
basarse la legitimidad de los prejuicios? ¿En qué
se distinguen los prejuicios legítimos de todos los
innumerables prejuicios cuya superación representa la
incuestionable tarea de toda razón
crítica?” (Ibídem, p. 344)

[12] Ibídem, pp. 466 – 468.

[13] Ibídem.

[14] Una hermenéutica de esta
naturaleza, no separa el texto del hombre que lo escribe, ni el
contexto histórico – cultural que antecede, y
sirve de mediación central. Sencillamente sigue
fielmente el método de la hermenéutica
analógica: la sutileza y la penetración, sin a
priori innecesarios.

[15] “ La hermenéutica que yo
propongo es, como he dicho, además de analógica,
icónica. Esto significa que se vincula con aquel tipo de
signo que algunos llaman icono y otros símbolo. Icono le
llama Charles Sanders Peirce, y es la acepción que le
doy aquí. El icono abarca otros tres tipos de signo:
imagen, diagrama y metáfora. Es la analogía, que
abarca lo que se acerca a la univocidad, como la imagen, lo que
oscila entre la univocidad y la equivocidad, como el diagrama,
y lo que se acerca a la equivocidad, como la metáfora,
pero sin caer en dicha equivocidad. Con eso, la
iconicidada-analogicidad permite encontrar la discursividad
cercana a lo unívoco donde ésta se requiere, de
manera axiomática o casi, y obliga a un tipo de
significatividad de tipo apegado al modelo, como la que tiene
la imagen icónica, aunque no sea mera copia. Permite
además una interpretación que no se queda en la
estructura discursiva aparente o superficial de un texto, sino
que avanza a su estructura profunda, por la semejanza de
relaciones, como en el diagrama, y no sólo con el modelo
de la imagen, que, en su modalidad excesiva de copia, fue el
que privilegió el positivismo (Beuchot, M. Obra citada,
p. 18. Nótese cómo esta aprehensión
profunda es seguida por Marinello, anticipadamente a los
estudios hermenéuticos actuales. Simplemente, siguiendo
a Martí, se adelantó a problemas
contemporáneos concomitantes de saberes emergentes.

[16] “Andan en nuestro grande hombre
trenzados de tal modo la ansiedad libertadora con el decir
inesperado e infalible, que la vibración redentora nos
saca con frecuencia de los cauces del menester
crítico”. (Marinello, J.- Testimonio. Anuario del
Centro de Estudios Martianos 7/1984, p. 167).

[17] Marinello, J. Españolidad
literaria de José Martí. Once ensayos martianos.
Comisión Nacional de la UNESCO, La Habana, 1965, p. 26.
El subrayado es mío. R. P. P.

[18] Marinello, J. Martí escritor
americano. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1962, p.
292.

[19] Ibídem.

[20] Ibídem, p. 30.

[21] Sobre esta parte ver Pupo, R.
Aprehensión martiana en Juan Marinello. Editora
Academia, La Habana, 1998, pp. 58-71. Naturalmente estos
problemas se trabajan desde otra perspectiva teórico
– metodológica, pues ya han pasado más 10
años de su publicación. Sin embargo existan otros
temas y mediaciones afines que no se trabajan en este
ensayo.

[22] Sobre esto ver Marinello, J. “J.
Martí, escritor americano. Imprenta Nacional de Cuba, La
Habana, 1962.

[23] Marinello, J. Martí escritor
americano. Imprenta nacional de Cuba, La Habana, 1962, p.
196.

[24] Ibídem, p. 197.

[25] Ibídem, p. 196.

[26] Ibídem, p. 48.

[27] Ibídem, p. 28.

[28] Ibídem, p. 32.

[29] Ibídem, p. 42.

[30] Ibídem, p. 50.

[31] Ibídem, p. 318.

[32] Vitier, M. Valoraciones II.
Edición citada, p. 99.

[33] Ibídem, p. 101.

[34] Martí, J. El poema del
Niágara, O.C. T. 7. Edit. Nal. de Cuba, La Habana, 1962,
p. 232.

[35] Martí, J. Cuadernos de Apuntes,
O. C. T. 21 Edit. Nal. de Cuba, La Habana, 1965, p. 54.

[36] Ibídem, p. 55.

[37] “Más allá de la
tradición y del mundo, está el ser. Por eso
algunos han pretendido que no se puede rebasar la
tradición ni los límites del propio mundo,
cultural; pero se olvidan de que sólo se puede
interpretar el mundo a la luz del ser, al modo como,
también, sólo se puede conocer el ser a partir
del mundo. Hay un “círculo a la vez
hermenéutico y metafísico” (Beuchot, M.
Obra citada, p. 19.)

[38] Martí, J. Henry Ward Beecher, O.
C. T. 13. Edit. Nal de Cuba, La Habana, 1964, p. 34.

[39] Vitier, M. Martí, estudio
integral, La Habana, 1950, p. 10.

[40] Ibídem, pp. 27-28.

[41] “En la hermenéutica, la
totalidad es la tradición, el mundo de la experiencia y
de la comprensión, mundo de la cultura; en la
metafísica, la totalidad es el ser” (Beuchot, M.
Obra citada, p. 19).

[42] Habría que hacer un
análisis comparativo entre la hermenéutica de
Juan Marinello y la Medardo Vitier en la asunción del
discurso martiano. Se nota una sorprendente coincidencia,
incluyendo el estilo. Muchas raíces los unen.

[43] Marinello, J. Españolidad
literaria de José Martí. Obra y edición
citadas, p. 31.

[44] Ibídem.

[45] Ibídem, p. 32.

[46] Ibídem.

[47] Ibídem, p. 33.

[48] Ver, Marinello, J. Españolidad
literaria de José Martí. Obra y edición
citadas, pp. 38 – 44.

[49] Ibídem. Pp. 34 – 37.

[50] Ibídem, pp. 37 – 38.

[51] Esto es empíricamente registrable
en “Españolidad literaria de José
Martí” y en “Martí, escritor
americano. Ensayos, donde la hermenéutica marinelliana
hace gala de maestría interpretativa con excelsa
objetividad.

[52] Expresión acuñada por
Heidegger en Ser y tiempo para referirse a la aparente
circularidad del proceso de toda hermenéutica: para
comprender es necesario haber comprendido ya previamente, es
decir, ha de existir una pre-comprensión anterior a toda
comprensión. Según Heidegger, toda
interpretación se mueve dentro de la estructura del
«previo», y la enfoca a partir del estudio de la
pre-comprensión. Toda interpretación que haya de
acarrear comprensión, tiene que haber comprendido ya lo
que trate de interpretar. Pero este círculo no es un
círculo vicioso, sino que permanece abierto, y expresa
la estructura existenciaria del «previo» peculiar
de la existencia. Ricoeur concibe el círculo
hermenéutico como una manifestación del
círculo de la creencia: creer para comprender,
comprender para creer. Gadamer, por su parte, enfoca el
problema del círculo hermenéutico desde la
rehabilitación de los pre-juicios y, en la línea
de Heidegger, considera la interpretación desde esta
peculiar estructura de la pre-comprensión que son los
prejuicios insertados en la tradición. De esta manera,
la interpretación aparece como la actualización
de un proyecto. En contra de Schleiermacher, que
sostenía la necesidad de asimilar la misma vivencia que
inspiraba al autor del texto a interpretar, Gadamer sostiene
que la interpretación supone una fusión de
horizontes.

[53] Es aquí donde tiene lugar la
fusión de horizontes que hace al discurso interpretativo
rico en mediaciones, pues al mismo tiempo es contextual,
intercontextual, multicontextual y complejo. Una perspectiva de
esta naturaleza – seguida consciente o inconcientemente
por Marinello- determina una aproximación profunda al
discurso del Maestro. Es como bien llama Mauricio Beuchot:
“la hermenéutica analógico-icónica.
Analógica, porque centra la interpretación o la
comprensión más allá de la univocidad y de
la equivocidad. El positivismo ha sido univocista, y nos ha
frenado mucho en el saber; pero ahora muchos exponentes de la
postmodernidad se han colocado francamente en la equivocidad, y
eso también frena el conocimiento. Pues bien, entre la
univocidad y la equivocidad encontramos la analogía, la
analogicidad. Ella nos hace abrir las posibilidades de la
verdad, dentro de ciertos límites; nos da la capacidad
de tener más de una interpretación válida
de un texto, pero no permite cualquiera, y aun las que se
integran se dan jerarquizadas según grados de
aproximación a la verdad textual. Esa jerarquía y
esa proporción son aspectos de la analogía, que
es el nombre que la matemática griega daba a la
proporcionalidad. La analogía permite, pues,
diversificar y jerarquizar. Es un contextualismo relativo, no
absoluto, y ello nos da la posibilidad de abrir nuestro
espectro cognoscitivo sin perdernos en un infinito de
interpretaciones que haga imposible la comprensión y
caótica la investigación, sobre todo en el
movedizo terreno de las humanidades. No creo que el plantear la
analogía, el límite proporcional, que tiene que
ver mucho con la prudencia, la moderación
epistémica y práctica, sea entibiar el agua ni
trivializar la interpretación. Es algo arduo y
complicado el buscar la adecuada proporción que se debe
dar a cada interpretación, para eliminar las que sean
irrelevantes o falsas, y para dar a las relevantes una
jerarquía según grados de aproximación a
la fidelidad al texto, lo cual haga que algunas de ellas tengan
esa unidad proporcional de la verdad del texto, proporcional o
analógica como la verdad misma, en cuanto propiedad
trascendental del ser, que también es
analógico” (Beuchot, M. Obra citada, p. 16.).

[54] Martí, J. Obras completas. T. 21.
Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1967, p. 54. Y enfatiza,
además: “La vida es la relación constante
de lo material con lo inmaterial. (…) La vida es ideal y
real, con realidad en el orden de la idea y realidad en el
orden exterior universal” ( Ibídem. p. 242)

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